lunes, 19 de febrero de 2018

La máquina que demuestra por qué la democracia y la política actuales son una farsa

El kleroterion (Κληρωτήριον), un bolillero antiguo

El kleroterion era un dispositivo de aleatorización que se utilizaba para sortear a los ciudadanos que ocuparían puestos públicos y a los jurados de los juicios. Los atenienses eran conscientes de los riesgos que la corrupción imponía sobre su sistema de justicia.

Un juez o un pequeño tribunal pueden ser sobornados o amenazados. Una multitud, no. Por eso, a la hora de realizar un juicio, solían constituir jurados muy grandes (hasta 500 personas), a los que elegían aleatoriamente y a último minuto.

Cada ciudadano tenía un documento de identidad llamado pinakion, una placa de bronce o madera con su nombre grabado.

El kleroterion era un bloque de piedra con una serie de ranuras ordenadas en filas. Cada ciudadano introducía su pinakion en una ranura. Una vez que todas estaban completas, un oficial de justicia (llamado archon) echaba bolas de bronce blancas y negras en un embudo de la parte superior del kleroterion.

Las bolas bajaban por un tubo y eran mezcladas por un dispositivo de rotación. Luego, se iban extrayendo sucesivamente por la parte inferior. De arriba hacia abajo, se iba definiendo si cada fila de candidatos era aceptada como jurado. Si salía bola blanca, la fila de ciudadanos era incorporada al jurado. Si salía bola negra, era excluida. Y así sucesivamente hasta agotar el número de filas.
Una crítica frecuente a la democracia directa dice que el público no puede estar informado ni tener conocimiento sobre todos los temas sobre lo que debe decidir una asamblea. ¿Cómo pueden los ciudadanos deliberar y emitir un veredicto sobre temas tan diversos como finanzas, política exterior, obras públicas, etc.?

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