Realmente no hay nada que un padre no esté dispuesto a hacer por sus hijas, aunque sea de lo más denigrante y vergonzoso. Así lo consideraba Idris, un padre de familia de Bangladesh quien se dedicaba a limpiar alcantarillas, una de las profesiones más peligrosas, asquerosas y peor pagadas en el mundo.
Idris nunca les comentó a sus 3 hijas su verdadera profesión, cuando salía del trabajo se bañaba en duchas públicas y decía que era un obrero. Con ese trabajo, apenas si podía pagar la comida y la educación de sus niñas.
Pero lo fueron llevando todo bien, hasta la universidad. Idris no podía costear la inscripción de la hija mayor, ella se quedaría sin estudiar y él hundido en la vergüenza. Esa tarde Idris no pudo trabajar, sólo llorar y sus compañeros se encargaron de él. Tomaron sus ganancias y se las dieron a Idris para que pudiera pagar esa inscripción. Ya no eran compañeros, eran hermanos.
Esa tarde Idris no se bañó, llegó con el dinero para la universidad y una confesión: su verdadero trabajo. Sus hijas lo abrazaron y al fin se dejó de sentir avergonzado.
Las tres jovencitas ahora trabajan, aunque sea de medio tiempo, y constantemente la mayor va con los trabajadores de la alcantarilla y les lleva de comer, un enorme gesto de agradecimiento. Y es que tal vez Idris haya trabajado en medio de pura suciedad, pero crió a 3 personas maravillosas, iguales a su padre.
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