lunes, 30 de octubre de 2017

LOS SIETE MEGALITOS MÁS IMPRESIONANTES DEL MUNDO

Expresados en todas sus formas y variedades, los monumentos megalíticos nos trasladan a un tiempo en el que el misterio estaba presente en la vida de los seres humanos.
GOBEKLI TEPE (TURQUÍA)
El arqueólogo alemán Klaus Schmidt, emprendió una misión de reconocimiento en el sur de Turquía, en octubre de 1994. En los alrededores de una aldea cercana a Urfa, Schmidt localizó un montículo que los lugareños llamaban Göbekli Tepe, «colina panzuda». Pronto se dio cuenta que el montículo no era natural, sino resultado de la actividad humana. En su superficie hallaron fragmentos dispersos de piedra caliza y gran cantidad de astillas de sílex.

Las excavaciones se iniciaron al año siguiente y sacaron a la luz unas impresionantes construcciones megalíticas: al menos veinte círculos de pilares de piedra caliza, en forma de T, que presentaban determinadas características humanas y estaban decorados con una serie de relieves de animales, algunos muy refinados. Los análisis demostraron la enorme antigüedad del yacimiento, que se sitúa en torno a 9000-7500 a.C., es decir, en pleno Neolítico.

Los megalitos de mayor tamaño (colocados en el centro de las estructuras) debían tener originalmente una altura de 5,5 metros y estaban tallados en una sola pieza que podía rondar las 40 toneladas de peso.

Las prospecciones geofísicas en Göbekli Tepe han mostrado que el yacimiento tenía 90.000 metros cuadrados de extensión y que aún quedan sepultados otros quince recintos. Al parecer, alguno de ellos podría ser más antiguo que los cuatro excavados hasta la fecha, remontándose a finales de la última glaciación, hace unos 15.000 años; sería, por tanto, 5.000 años anterior a las primeras evidencias de agricultura.
STONEHENGE
Este monumento que se erige en la planicie de Salisbury, en el condado de Wiltshire (a unos 130 km al oeste de Londres), es probablemente, la estructura megalítica más famosa del mundo. Pero lo cierto es que sabemos poco sobre quiénes lo levantaron y qué función cumplía.

Este imponente conjunto empezó a erigirse hace cinco mil años todavía no sabemos por qué se edificó ni las razones que llevaron a su olvido 1600 años después.

Su construcción se desarrolló a lo largo de unas ochenta generaciones, durante unos 1.600 años.

El conjunto que hoy vemos está compuesto por un círculo interior con seis grandes bloques de piedra rematados por tres colosales dinteles y por un círculo exterior de diecisiete monolitos con dinteles. Fue construido en Gales y transportado a Inglaterra.

El monumento megalítico incluyó en su día unos 162 elementos pétreos. La imagen actual no tiene más de medio siglo de antigüedad: se remonta a 1964, cuando las estructuras líticas fueron trasladadas por última vez. Sólo siete de los 25 soportes (y dos dinteles) que se mantienen en pie permanecen inalterados. Los otros han sido levantados y reparados al menos en una ocasión, y en el siglo XX varios megalitos fueron asentados en hormigón.

La extraordinaria inversión de tiempo y esfuerzo humano que requirió la edificación de Stonehenge sugiere que estaba diseñado con un propósito especial, y la interpretación más aceptada actualmente es la de que fue un centro ritual prehistórico alineado con el movimiento del Sol. 
DOLMEN DE MENGA (ANTEQUERA)
Ubicado en una pequeña elevación de la vega antequerana próxima a la ciudad de El Torcal, se erige el magnífico conjunto megalítico de Antequera, quizá el más impresionante de Europa y uno de los más antiguos, con 5.800 años.

El dolmen de Menga fue descubierto por Agustín de Tejada (1587) y estudiado por Rafael Mitjana (1847). El corredor de entrada sobrecoge con cuatro inmensos ortostatos a la izquierda y otros tantos a la derecha, cubiertos con gigantescas losas. Está orientado hacia el noreste, a la poderosa Peña de los Enamorados o del Indio, una montaña cuya forma recuerda un rostro humano a la que probablemente el hombre prehistórico dio un halo sagrado o mágico. Algunos elementos parecen confirmarlo: las enigmáticas figuras que están grabadas en la pared de la entrada con símbolos de rituales y ceremonias mágicas así como las pinturas rupestres de la cueva que se halla en el cerro.

Se trata de una de las cumbres de la arquitectura adintelada de la Prehistoria europea, sobresaliente por sus grandes dimensiones con losas de hasta 180 toneladas. Realmente imposible de imaginar cómo llegaron allí.

Después, una ligera discontinuidad marca el paso hacia la gran cámara funeraria, en la cual llaman la atención tres enormes pilares, un recurso constructivo excepcional en el megalitismo europeo. Detrás del tercero se localiza un extraño pozo excavado en la roca, de 19,50 metros de profundidad y 1,50 de diámetro. 

No se conoce la explicación a este profundo hoyo perfectamente cilíndrico ya que  se trata de un elemento extraño a la arquitectura megalítica. Podría ser coetáneo a su construcción pero no se sabe a ciencia cierta porque ya había sido excavado en 1847, antes de las excavaciones más modernas. Según algunas cronologías extraídas de muestras de carbón (3790 a. C. y otra de 3730 a. C.), se supo que Menga había sido construida más de mil años antes de lo que se creía hasta aquel momento. Es pues tal vez, el más antiguo de Europa.

Según la teoría aceptada, los dólmenes estarían orientados hacia el amanecer del día en que comenzaron a construirse, y fija unas orientaciones concretas para Antequera. Tras varios estudios y, a pesar de que algunos arqueólogos prefieren ofrecer explicaciones ritualistas convencionales, los expertos llegaron a la conclusión de que su fin no era la observación de un orto solar determinado, sino que, en momentos puntuales del año, la luz del astro rey inundara el reino de los muertos en el interior de los sepulcros. 
TAULAS DE MENORCA
La Península Ibérica está plagada de monumentos megalíticos que sabemos que están orientados al cielo. Las Taulas de Menorca, por ejemplo, siguen un patrón muy determinado en relación a las estrellas de la cruz del sur. Hay catalogadas cerca de cuarenta que desafían nuestros preceptos sobre el hombre neolítico 

¿Fueron erigidas las Taulas menorquinas con un propósito astronómico o para significar la existencia de una raza de gente colosal? ¿De qué querían defenderlas los hombres del neolítico al construir murallas a su alrededor?

Las Taules de Menorca son una construcción neolítica singular, única en su género, para la que los arqueólogos no han encontrado aún una respuesta convincente.

Se ha dicho que eran una especie de ara de sacrificios, un pudridor donde descarnar un cadáver e, incluso, la columna central de un tejado de madera pero, en honor a la verdad, ninguna de estas hipótesis ha podido ser corroborada.

A finales de los años 30 del siglo pasado, la doctora Margaret Murray descartó estas ideas, con un equipo de la Universidad de Cambridge, al no poder hallar restos de vigas de madera ni materia orgánica. Fue entonces cuando se inclinó en definir los talayots como un recinto de adoración a la Taula en sí.

Otro arqueólogo, Waldemar Fenn, que vivió durante más de veinte años en Menorca, señala que las Taulas estarían relacionadas con la creencia de que la isla surgió del mar y añade que contienen datos astronómicos básicos que se ampliaron, posteriormente, con la construcción de los recintos y los menhires que las rodean.

Así, observa como las diagonales de la piedra superior poseen ángulos iguales o muy cercanos a los 23,5º que forman el ecuador  y la elíptica o que los lados biselados de la piedra capitel rondan los 11,5º de la Luna al acercarse al cénit por el lado sur o a los 10º de las estrellas circumpolares.

Resulta fascinante pensar cómo llegaron a conocer todos estos datos hace 4.400 años desarrollando, además, sorprendentes técnicas para tallar la piedra calcárea con instrumentos de bronce con una precisión envidiable que les permitía hacer encajes parecidos a los muros incas. ¿Quién les enseñó?

Además, las Taulas menorquinas son una verdadera obra maestra de potencia y equilibrio. No resulta nada fácil, sin la ayuda de grúas o poleas, levantar una pesada losa y colocarla sobre otra de características semejantes. Lo más probable es que hicieran un agujero con las medidas de la base y levantaran un muro de contención con piedras que después rellenarían de tierra para hacer una rampa por la que arrastrarían la roca capitel hasta la posición deseada. ¿Para qué tanto esfuerzo? Nadie puede explicarlo, lo que hace que, siendo una obra humana, les taulas irradien una fuerza sobrehumana.

Los trabajos de eruditos humanistas pre-científicos, como los del historiador Juan Bautista Binimelis, autor de la obra “Nueva historia de la isla de Mallorca”, publicada en 1593, concluía que “los fabricantes de tales edificios, forzosamente tenían que ser gigantes o demonios".
CARNAC (FRANCIA)
Los alineamientos de Carnac tienen más de 6.000 años de antigüedad, están formados por cerca de 4.000 menhires que ocupan 40 hectáreas. Son, con diferencia, la construcción prehistórica más grande conocida y sin embargo lo desconocemos casi todo de ellos.

Parten en cuatro precisas alienaciones desde Le Ménec, al norte de Carnac y se prolongan hasta el horizonte  alejándose en once hileras en dirección noroeste. En 1827, Chevalier de Fréminville describía con asombro las curiosas disposiciones de las 2.934  enormes piedras que han llegado hasta nosotros, la altura que alcanzan y la perpetua quietud que las rodea. Y es que quien haya podido visitar Carnac, Kermario, Le Ménec y Kerlescan, -lugares con una mayor concentración de monumentos megalíticos, pero no los únicos- conoce la sensación de fascinación y reverencia hacia aquellos hombres del neolítico que 6.000 años antes de Cristo conformaron las estructuras más antiguas de Europa.

Los megalitos más altos miden una media 3,7 metros de altura, aunque hay algunas excepciones; los 7 metros del megalito de Kermario, o los impresionantes 20 metros de la Piedra de las Hadas, derribada en 1722 a consecuencia de un movimiento sísmico y que puede ser visitado en las afueras de Locmariaquer.

En general, las hileras disminuyen su altura hasta que, al término de las avenidas, apenas alcanzan los 90 centímetros. Antiguamente se pensaba que cada hilera contenía un millar de piedras  y que los cuatro conjuntos estaban vinculadas entre sí, formando un diseño fantástico. La idea se abandonó pero, ciertamente, muchas formaciones conducen a cámaras, orientadas al crepúsculo, que contienen generaciones de difuntos. El peso de estos megalitos es, igualmente impresionante, ronda las 350 toneladas lo que nos da una idea del impresionante esfuerzo que los hombres antiguos tuvieron que realizar en ausencia de tecnología que les facilitara el trabajo: ¿para qué tantas molestias en alinear piedras en lugar de concentrarlas para comer?

¿Monumentos funerarios?
Los arqueólogos insinúan que se trata de monumentos funerarios pero, que se hayan encontrado esqueletos debajo de algunas dólmenes no permite afirmar que su destino primitivo fuera el de dar cobijo a los mismos. De lo contrario podría sostenerse que todas las catedrales son tumbas o mausoleos pues suelen ser la última morada de obispos, reyes o acaudalados próceres de la sociedad y a nadie se le ocurre decir que los templos son cementerios.

En el rico folklore local podemos encontrar explicaciones románticas que, aunque no nos sirvan para saciar nuestra curiosidad, estimulan nuestra imaginación. Es el caso de la leyenda de los soldados petrificados por San Cornelio, el patrón de Carnac al que todos los 13 de septiembre consagran su ganado. Existe, sin embargo una explicación más racional.

Observatorios astronómicos
Alexander Thom, antiguo profesor de ingeniería en la Universidad de Oxford, comprobó como algunas alineaciones de menhires, y megalitos aislados sirven para seguir y medir los movimientos aparentes del Sol, la Luna y las estrellas. Durante una exhaustiva investigación llevada a cabo en los años setenta Thom llegó a la conclusión de que el conjunto que rodea a Carnac se diseñó para el esclarecimiento de observaciones astronómicas y de modo especial a la Luna.

El punto más importante del complejo debió ser la aludida piedra de las Hadas. Además de ser una especie de centinela de los difuntos, por encontrarse en el extremo de un enorme montículo neolítico, si lo utilizamos como punto de referencia se pueden trazar líneas de salida y puesta de la Luna desde menhires situados a 13 kilómetros. No conforme con su trabajo, Thom llegó aún más lejos al afirmar que las rocas forman una especie de cuadrícula megalítica que facilitaría los cálculos astronómicos. Se dio cuenta que el típico menhir venía a ser una especie de mira de piedra que, alineada con algún accidente natural del horizonte, como un pico o un barranco, apuntaba a un acontecimiento celeste de importancia, llegando a postular el uso de una unidad de medida por parte de los ingenieros megalíticos que cifró en 83 cm. y a los que llamó “yarda megalítica”
MEGALITISMO EN COREA
El lugar con más dólmenes del mundo es la península de Corea pues albergan hasta el 40% de estas impresionantes obras megalíticas. Los de Corea del Norte son los menos estudiados.

En la zona costero occidental de Corea del Sur se halla la mayor distribución de dólmenes: Los yacimientos de Gochang, Hwasun y Ganghwa reúnen entre los tres más de mil y han sido declarados Patrimonio de la Humanidad en el año 2000.

Allí los llaman goindol que se traduce como piedra sostenida  y tienen una morfología distinta de la de los europeos.

Ciertamente  son más recientes cronológicamente, desde finales de Neolítico hasta el primer milenio antes de nuestra era, cuando en Europa ya hacía mucho que se habían dejado de erigir.

En Gochang se han contabilizado 442 dólmenes, que se encuentran situados al pie de una serie de colinas que se elevan entre 15 y 50 metros sobre el nivel del mar. Las piedras superiores suelen tener entre 1 y 5,8 metros de largo, y las más grandes tienen un peso de unas 225 toneladas. Se cree que datan del siglo VII a.C.

El grupo de Hwasun se dispone a lo largo del río Jiseokgang, pero están peor conservados. Los investigadores han conseguido identificar una de las canteras de donde se extrajeron las piedras, y la datación estimada es algo más reciente, entre los siglos VI y V a.C.

Los de la isla de Ganghwa se piensa que son los más antiguos de todos porque se parecen a los europeos, aunque no existen pruebas concluyentes de ello. Son los que están situados a mayor altitud, y es aquí donde se haya el mayor dólmen de toda Corea, con unas dimensiones de 2,6 x 7,1 x 5,5 metros.

De dónde procede, cómo o por qué surgió la cultura megalítica coreana, son cuestiones que todavía hoy no han encontrado respuesta entre los especialistas. 
LOS MOAIS DE ISLA DE PASCUA
Los moai, las gigantescas estatuas de la Isla de Pascua, constituyen la expresión más importante del arte escultórico Rapa Nui y se han convertido en su seña de identidad. No obstante, a pesar de su fama mundial y la multitud de estudios realizados sobre ellos, todavía quedan muchas preguntas sin resolver en torno a estos gigantes de piedra.

Los Moais fueron esculpidos inicialmente en basalto, traquita y escoria roja, pero poco después los talladores se fijaron en el volcán Rano Raraku. Su piedra volcánica es de color amarillo grisáceo, que se da exclusivamente en ese lugar de la isla, es un tipo de ceniza compacta con incrustaciones de basalto. Este material, llamado toba lapilli, resultó ser más idóneo que la blanda escoria o el durísimo basalto, para la construcción masiva de estatuas mediante el uso de simples herramientas.

Es en este lugar donde se encuentra, por ejemplo, un monumental moai inacabado, aún permanece adosado a la roca de la ladera exterior del volcán y deja perplejo a todo aquel que con su mirada pueda calcular su tamaño y peso; 20 metros de altura y 80 toneladas. Nadie se explica cómo pensaban moverlo los antiguos rapanui y menos aún levantarlo.

Desde que Von Däniken asegurara que cosmonautas habían ayudado al antiguo pueblo rapanui en el traslado de los moai, han corrido en torno al tema ríos de tinta.

En la década de los años 50 y 60, Thor Heyerdahl y William Mulloy demostraron que era posible trasladar estas estatuas (de hasta 5 toneladas) con la ayuda de sogas y troncos, ya fuera en forma de horquilla o de rieles. Más tarde, en los años 80, Charles Love y Pavel Pavel realizaron experimentos con reproducciones en cemento que demostraban lo mismo. El último trabajo al respecto, desarrollado por Terry Hunt y Carl Lipo, también demuestra claramente la relativa facilidad de mover un moai con un simple sistema de cuerdas y fuerza humana, sin utilizar ni siquiera troncos, sino balanceando el moai de pie, usando su centro de gravedad.

No obstante, todos los experimentos que intentan recrear las técnicas referidas en la tradición oral, han sido realizados con moai de apenas 5 toneladas, mientras que algunos de los que están erigidos en sus plataformas, como uno de los del ahu Tongariki, pesan más de 20. La pregunta es evidente: ¿Por qué realizan los experimentos con moai tan pequeños? Una cosa es mover 5 toneladas, y otra cosa es mover 20. Los isleños, hablan de maná.

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