miércoles, 20 de diciembre de 2017

Pit Bull y Niña Pequeña Forman Un Lazo Verdaderamente Sorprendente

Amo a mi perro, y sé que él también me ama. No tengo dudas de que mi perro haría cualquier cosa para cuidarme y protegerme.  Por eso,  cuando vi esta hermosa historia sobre el vínculo que nació entre una niña pequeña y un Pit Bull quedé absolutamente conmovido.

Esta historia ha estado circulando en internet desde hace tiempo. Un papá estaba preocupado de que el Pit Bull familiar pudiera ser peligroso alrededor de su hija pequeña. Tanto, que decidió advertir a su esposa: “A la primera señal de problemas, el perro se va”. Pero, el Pit Bull, sorpresivamente, le enseñaría a su desconfiado amo un nuevo significado para la expresión “el mejor amigo del hombre”.
Ambos, mi esposa y yo, cada uno teníamos un perro antes de conocernos y casarnos. Su perro, una cruza de pitbull con labrador, se llama Zack, y me odia. Cuando nació nuestra hija, le dije a mi mujer, “si ese perro se atreve siquiera a pellizcarla, es historia”
Saliendo del hospital,  pusimos a la nena en un asiento especial para bebés y condujimos a casa. Ambos perros la olfateaban y lamían, no paraban de mover sus colas. Tuve que alejar a Zack de la bebita porque no quería dejar de lamerla.  Zack inmediatamente se convirtió en el protector de mi hija, y cuando ella estaba acostada sobre una manta en el suelo, él siempre tenía, al menos, una pata sobre la manta.
Zack amaba inmensamente a mi hija, y conforme la bebita iba creciendo, siempre la acompañaba a la cama y ​​se acostaba junto a ella. De alguna manera sabía cuándo debía ir a las escaleras para esperarla, y luego seguirla hasta la cama.

Unos chicos del vecindario envenenaron a Zack, ¡los muy infelices! Tuvimos uno de los peores días de nuestras vidas. Zack estaba recostado en el suelo de la cocina, y mi hija no podía hacer otra cosa más que decirle adiós, mi esposa y yo no podíamos dejar de llorar.

Ese día, a las 8:00 de la noche, mi hija se dirigió a las escaleras para ir a la cama. En ese momento, los tres nos dimos cuenta de lo que iba a suceder. Después de 5 años, Zack  ya no vendría para acompañarla hasta su cama. Ella nos miró asustada, realmente aterrada.
Entonces vino mi perro, Sam, que también ama a mi hija, aunque no se llevaba muy bien con Zack, y se le acercó. La empujó suavemente con la cabeza y subió una pata al primer escalón. Después Sam sólo la miró. Entonces, caminaron juntos hasta la cama, mi hija iba sujetando firmemente su cuello.

Durante los siguientes seis años, hasta que murió, Sam la esperó cada noche frente a las escaleras.

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