viernes, 1 de diciembre de 2017

¿Qué es la Ley de Protección de Glaciares de Argentina y qué pasaría si fuera modificada?

Los glaciares son masas enormes de hielo que están en la superficie de nuestro planeta debido a la acumulación y cristalización de la nieve. Suelen encontrarse en las zonas cercanas a los polos o en las altas cumbres de montaña. 
Estos bloques de hielo que a tantos viajantes sorprenden, cubren alrededor de un 10% de la Tierra, pero en el pasado han llegado a un 30%. Esto quiere decir que cada vez con mayor frecuencia estamos perdiendo estas grandes reservas estratégicas de agua dulce debido al aumento de las temperaturas promedio, es decir, debido al calentamiento global. 

Lo más importante de los glaciares es precisamente eso: su capacidad natural de "guardar" el agua para el futuro (acumulan más del 75 % del agua dulce del mundo). Y bien sabemos que éste es un recurso que lejos está de ser abundante.  Además, los glaciares constituyen una fuente permanente de agua para los ríos que se alimentan de ellos, los lagos y las napas subterráneas, y por eso, a su vez, son muy importantes para las regiones que se abastecen de esos cursos de agua para vivir y desarrollar todas sus actividades. El derretimiento de los glaciares, además, puede afectar a las poblaciones de las zonas costeras por el aumento del nivel del mar.

Argentina es uno de los países que más glaciares tiene dentro de su territorio. Sin embargo, es importante que hagamos un esfuerzo por cuidarlos y evitar que estén en peligro. Pero, ¿por qué?
Ley de Protección de Glaciares

En Argentina, la "Ley de Protección de Glaciares" (Ley 26.418, promulgada en el 2010 y reglamentada en el 2011) establece los presupuestos mínimos para proteger tanto los glaciares en sí mismos como el ambiente periglacial. Los considera: reservas de agua para el consumo del hombre, la agricultura, y para el abastecimiento de las cuencas hidrográficas asociadas; fundamentales para mantener la biodiversidad; fuentes de información científica; y sitios de atractivo turístico (los considera bienes de carácter público).  

Por esto mismo, la ley prohibe liberar elementos contaminantes y la explotación minera y de hidrocarburos, tanto en los glaciares como en la zona periglaciar. 

¿Qué es la zona periglaciar? Sin glaciares, es un ambiente frío, que se caracteriza por suelos congelados permanentes o permafrost, y ciclos de congelamiento y descongelamiento que afectan a las rocas y a la parte superior del suelo. Es decir, este ambiente es vital para que los glaciares puedan conservarse, ya que funciona como un regulador hídrico. 

Pero, recientemente el gobierno argentino se reunió con empresarios, gremialistas y funcionarios para pensar en la posibilidad de modificar la ley para se puedan explotar los recursos de las zonas periglaciares. ¿Por qué? Porque el sector empresario argumenta que la normativa detiene la realización de actividades económicas en la zona de la Cordillera de los Andes, y esto frena las inversiones que podrían hacerse en minería. 

Sin embargo, la minería, ¿es una actividad sin ningún efecto en el ambiente? 
La actividad minera implica la apertura de caminos, el uso de explosivos, la remoción de hielos con maquinaria pesada, y también puede generar la contaminación y acidificación de las aguas (por la reacción química del material de desecho con la atmósfera); además del riesgo de derrames de sustancias tóxicas.  Además, esto se traslada a los ríos y otros cursos de agua asociados, afectando el consumo humano y la agricultura. 

En este sentido, se considera que después del calentamiento global, la minería es la actividad humana más nociva para los glaciares. 

Por eso, desde La Bioguía le pedimos al Gobierno Argentino que haga todos los esfuerzos necesarios para proteger uno de los tesoros más valiosos que tenemos. Ojalá que las empresas puedan encontrar otras áreas productivas donde invertir que no dañen el ambiente, y que se hagan todos los estudios de impacto ambiental necesarios antes de comenzar cualquier proyecto en estas zonas, ya que cualquier daño podría generar efectos enormes, no solo para nosotros, sino también para las generaciones que vendrán. 

¡Cuidemos lo valioso que tenemos! ¿Te sumas? 

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